Un día de trabajo
- Chapinero Complejo
- 5 jun 2023
- 3 Min. de lectura
El Diario de una huerta

Por : Omaira Cifuentes (Maya Tejedores de la Tierra)
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En esta calurosa mañana, he decidido relajarme en mi huerta. Apenas entro en ella, tengo una gran sensación de tranquilidad que desvanece la agitación proveniente de la acelerada vida en la ciudad. Hoy el sol es especialmente abrasador, por lo que un pequeño arbusto me comparte su sombra. Bajo él, siento el aire frio que se cuela por mi nariz, junto con el suave aroma que expide la hierba aún impregnada por las gotas de rocío. Las mariposas, con cada movimiento y al estilo de la más elegante pasarela, ostentan sus hermosos colores, con diversas tonalidades conjugando los verdes, amarillos y naranjas, que se combinan con suaves y delineados tonos oscuros. Ellas parecieran danzar al ritmo de las notas de la torrencial quebrada que resuena a unos pocos pasos de allí.
Por otro lado, las abejas zumban a mi alrededor, en un intento por solicitarme que me retire de su camino, ya que ellas diligentemente están transitando con sus patas cargadas de polen. ¡Que trabajadoras! Para ellas no hay diferencia entre un domingo, festivo o cualquier otro día de la semana, y hoy en este lugar la única que al parecer está descansando tirada sobre la fresca hierba soy yo.
Al "parche" de los insectos también se une una majestuosa libélula que hace un grandioso y sonoro zumbido, anunciando así su llegada. Ella velozmente vuela dejando a su paso sutiles destellos azulados, ¡de seguro que ha venido por un delicioso mosquito para su desayuno! Verla me hace sentir satisfecha, ya que su presencia indica, que mi huerto tiene un aire puro, pues en lugares contaminados es difícil que ella pueda sobrevivir.
Hoy también veo cómo, hermosamente, están creciendo algunas lechugas, perejiles, coliflores, colinabos, brócolis, rábanos, cilantro, guascas, Kale, algunas papas nativas, uchuvas, algo de tomillo, orégano, manzanilla, caléndula, lavanda y romero, e imagino que aunque no puedo escucharlas con mis limitados oídos humanos, en cada planta se lleva a cabo algo así como una conversación, que es seguida de un arduo trabajo en el que organizadamente cada planta se prepara para una jornada iniciando por activar la clorofila, aprovechando los rayos ultravioleta del majestuoso Sol, que hoy se muestra como el dueño de los cielos. Mientras que las raíces con mucha diligencia, en un trabajo colectivo y organizado, con la ayuda de sus socios los magníficos microorganismos, recolectan de la tierra los minerales y los nutrientes que en general necesitan para crecer vigorosas y deliciosas.
En este proceso, la fantasía me invita a imaginar que al estilo de una escena de película, en una elegante cocina galardonada por las estrellas Michelín, la raíz principal con una gran voz de barítono y de forma enérgica dice: "¡todos listos en sus posiciones!, ¡que están llegando los pedidos desde las hojas!" Así mismo, las raíces secundarias en su lenguaje, responden vivazmente algo como: ""¡Sí, Chef! La raíz principal continua diciendo: "tenemos cuatro órdenes de potasio, tres órdenes de fosforo, dos órdenes de nitrógeno, acompañado de selenio y sodio, con una entrada de manganeso y cobalto, de postre quieren…… azufre, cobre y boro, como bebida agua lluvia o de manantial". Entre tanto los microorganismos, diligentemente, a través del proceso de la descomposición, dejan disponibles estos nutrientes, para que las raíces pueden proveer a la planta un exquisito manjar. Rápidamente estos deliciosos pedidos son enviados por el ascensor llamado tallo o tronco, distribuyendo cada solicitud de acuerdo al requerimiento hecho. Audazmente la clorofila absorbe la luz del sol y junto con el CO2 hacen de la savia bruta, la más deliciosa savia elaborada, para que toda la planta disfrute de un extraordinario festín.
En este gran arte culinario, las plantas se ocuparán durante el día, y con la llegada de la noche, que deduzco será muy fría. Descansarán de tan ardua labor, y se entregarán a respirar apaciblemente, hasta que llegue la nueva aurora, y con ella se retoma la grandiosa jornada gastronómica. Así, el movimiento de la vida continua, llegando todo tipo de fauna al huerto a disfrutar del nuevo día y yo, probablemente, caminaré orgullosa por él, admirando cómo las plantas se ven más fuertes y apetitosas. Seguramente elegiré entre ellas cuales voy a saborear junto con mi familia, no sin antes agradecer todo este laborioso esfuerzo, que satisface mi hambre, y que llenan de un indescriptible sosiego mi cuerpo y mi alma.
Que bonito. Me parece encantador que se pongas toda la magia en los procesos de las plantas que realmente son mágicos pero no nos damos cuenta.
Hola Maya! Cada lectura de tu diario es muy especial , pero está me conmovió de muchas maneras...lo que dices de la Libélula o como hablas del majestuoso sol es muy hermoso...Es increíble como puedes encontrar la fantasía en toda la naturaleza ❤️🌎Un abrazo gigante!