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Tormenta y calma

El Diario de una huerta

Por : Omaira Cifuentes (Maya Tejedores de la Tierra)

Instagram: @mayatejedoresdelatierra

Whatsapp: 3144798416


Hoy es un día radiante que desvanece los recuerdos de la tormenta que se vivió ayer. El celeste de los cielos es acentuado por los rayos del cálido y firme sol, los múltiples tonos del verde de las hojas, de los árboles y de las plantas de la huerta, son invadidos por resplandecientes destellos, que suscitan al suave y casi imperceptible paso del viento, el cual parece fusionarse con el canto de los pájaros y el zumbido de las abejas que revolotean sobre las flores.


Estoy sentada en una fresca esquina de mi huerto, ¡intentando leer un interesante libro!, pero con dificultad lo consigo, ya que mis pensamientos siguen atentamente las miradas que lanzo alrededor… y es que hoy cada planta ante mis ojos extasiados, ¡se muestra como un mundo reavivado y mágico!


He posado la mirada sobre las plantas de Petroselinum crispum, más reconocido como perejil crespo, que aparecen ante mí elegantes, con diversas formas en sus hojas, mezclando matices del verde. Algunas crecieron orgullosamente rectas. Otras decidieron extender su territorio siendo apaciblemente frondosas. Sus hojas se mueven con sutileza y con una leve timidez, una vez más divago, imaginado las historias que ahora mismo se están gestando en esos ecosistemas secretos, que se esconden como un fantástico universo de microorganismos, que bien, los puedo relacionar con las de hadas y duendes de un cosmos seductor en cada planta observada.


Del otro lado del huerto, se levantan como vigilantes guardianes las Zea mays, conocidas comúnmente como maíz o mazorca, ellas son fascinantes por sí solas: tienen consigo una parte femenina y otra masculina. La parte masculina, que está al final del tallo, está compuesta por diminutas flores, que en este momento crecen y se erigen como aquellos adornos de los cascos de la guardia pretoriana, y en realidad pienso que sí: Mis fascinantes Zea mays han actuado como soldados protectores de la huerta, pues con las fuertes granizadas que han habido en el territorio, sus hojas se quebrantan, quedando completamente deshechas, pero todas las pequeñas plantas que estaban bajo la sombra de su abrigo, resultan ilesas de las fuertes tormentas, y aún, sin hojas, aquí siguen imponentes, gestando sus frutos que con anhelo espero saborear.


Casi al centro de la huerta ha emergido un ejemplar de Smallanthus pyramidalis, conocido en el mundo ambiental como “Arboloco”. Ahora mismo es un bebé que se ve indefenso y pequeño pero que ya se destaca de entre las demás especies que lo rodean. No fue plantado por mis manos, tal vez llegó a través de un pájaro o el viento trajo a la intrépida semilla, que quiso viajar un poco más allá y se estableció en este lugar que amo. Mientras lo admiro, reflexiono frente a su importancia. Por ahora es diminuto y frágil, creo que necesitará de mi protección por un corto tiempo, pues pronto crecerá para ser el más alto de la huerta. Podrá medir hasta 20 metros de altura, y ayudará a mejorar la calidad del aire que respiro, a la restauración de estos destruidos suelos citadinos, el polen de su flores será alimento para los insectos y sus semillas saciarán el hambre de las diversas aves que lo visiten. Permitirá que se establezcan nuevas especies de flora y fauna, será sombrío para otras plantas bajo él, pero por ahora solo tiene una misión: la de crecer fuerte y sano.


Hoy aquí sentada, recuerdo una huerta inundada por las fuertes lluvias que azotaron el territorio, lluvias que llegaron antes de tiempo y se quedaron por un largo periodo... pero en este día soleado, mis sensaciones y pensamientos están acompañados de una inundación de colores, olores, sonidos y movimientos. Una vez más mi huerto está aquí para enseñarme, que después de la tormenta viene la calma y que este principio funciona en la naturaleza como en la vida.


 
 
 

2 comentarios


catediazabril19
18 abr 2023

Hola!! Me encanta tu diario de la huerta , cada vez q leo tus escritos quisiera ver de cerca ese fascinante mundo donde nos permites entrar con tus bella escritura. Gracias por enseñarnos ese hermoso universo que es tu huerta. Ya quiero leer otra de sus fascinantes historias. Saludos!!

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Hola Maya! Cuando te leo y recuerdo mi visita a la huerta entiendo y veo cada planta que describes, cada espacio de tu huerta...y ya no es una huerta...es un espacio sagrado de vida!Gracias Maya por crearlo y creerlo!Un abrazo!

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